El poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas decía que los pintores al menos estaban acompañados de sus materiales y utensilios como los pinceles y, los tubos de óleo. Sin embargo, más allá de los materiales que son herramientas para el arte pictórico, también existe el lenguaje y la retórica que crea conceptos a partir de la creatividad individual. Además, un pintor que al menos ha recibido clases privadas o que haya estudiado en una escuela de Bellas Artes, tiene una visión bastante amplia en cuanto a la tradición y la modernidad
Otro ejemplo en Nicaragua de escritores inspirados por las artes plásticas fueron Ernesto Cardenal y Lizandro Chávez Alfaro. Este último se rindió ante las letras para consagrarse en la narrativa. Supongo que debió sentir un llamado especial por la escritura, debido a la necesidad de expresar a través de la ficción una realidad creativa que lo llevó a la cima como un escritor de culto entre los jóvenes de varias generaciones.
El lenguaje al que me refiero, es aquel que se crea al igual que el poeta. Aunque el poeta trabaja con palabras, y, el pintor con imágenes hay ciertos grado de poesía en este trabajo pictórico. Es decir, un trabajo intelectual que sobrepasa los niveles de solo utilizar materiales de pintura. El pintor consagrado contiene en su imaginación diferentes conceptos de la realidad y del arte, debido a su capacidad para elucubrar ideas que le permitan trabajar con el lenguaje.
Esta aseveración pertenece al escritor norteamericano posmodernista John Barth que, se refería a Jorge Luis Borges como la semilla de la nueva literatura americana. Agregó que Borges conocía al dedillo la tradición y la modernidad, por lo tanto, fue capaz de reinventar la literatura a partir de nuevos conceptos. Esto sucede igual con el artista plástico; no se puede concebir una obra maestra sin conocimiento alguno de la tradición. Es decir, para superar y crear, el artista debe ser consciente de su arte y el de los demás.
El lenguaje que manejan los escritores se refiere a una retórica que transgrede en los libros, aunque pareciera sencillo redactar algunas palabras, antes de eso, existe un trabajo intelectual arduo y solitario. Este lenguaje, en primer lugar, se concibe en la niñez, es decir, el lenguaje se trabaja y se aprende, y no solo la palabra, sino los gestos y la mera observación metódica que interviene en nuestra mente, para luego recrearla con matices bastantes creativos. Este lenguaje retórico o poético sucede igual en los pintores. Es imposible concebir una obra sin antes pensar y planificar la deseada obra maestra. O al menos un trabajo decente que permita al artista sentirse realizado.
Un lenguaje poético, y no me refiero a la mera escritura, sino a la creación sublime de las artes.
Por lo tanto, ambos artistas padecen de soledad y utilizan el lenguaje para crear una obra maestra consciente de la tradición y la modernidad. De lo contrario, como dice John Barth, todo intento de crear sin esta consciencia, es una reproducción sin sentido que no aporta nada al mundo artístico.
Redactor: Orell Ordoñez (Managua, 1993). Autor del libro de relatos El mundo de Clon. Ha publicado crónicas, artículos, reseñas y otros tipos de narrativas en diferentes medios tanto nacionales como extranjeros.
Comentarios
Publicar un comentario